Cuando sonó la campana que anunciaba el final de
las clases Gray recogió su mochila y sacó el móvil del bolsillo para comprobar
las visitas que tenía el vídeo que había subido por la mañana. Sonrió al
observar la cantidad de comentarios que tendría que leer y el medio millón de
visitas que le habían regalado sus queridos suscriptores. Así estarían
contentos. Al fin y al cabo, no subiría un nuevo vídeo a su canal al menos
hasta dentro de cuatro o cinco días. Era lo que tenían los exámenes.
Salió al pasillo, móvil en mano, y siguió
revisando los datos mientras se colocaba el gorro de pompones de “Jake el
perro” con la mochila cargada a un hombro. Se abrió paso entre los alumnos del
centro sin despegar en ningún momento la mirada de la pantalla.
Cruzó el largo pasillo , rodeado de puertas
verdes que daban a las aulas, al lado de las cuales había varias filas de
taquillas metálicas en las que varios alumos metían y sacaban libros,
preparándose para ir a casa.
Continuó caminando por la calle, sin hacer caso
de los comentarios despectivos cuchicheados por alumnos que salían del centro
en grupos de cuatro o cinco. Ni siquiera se paraba a mirarlos. Siempre había
pensado que toda esa gente no era más que basura cuya desaparición contribuiría
a la mejora del mundo. En realidad… ¿mejora del mundo? Era imposible mejorar
semejante estercolero desprovisto de
magia, de razas admirables como los elfos, de criaturas impresionantes
como los dragones… sin un triste zombie caminando por la calle… Un lugar así ni
era digno de mención. ¿Por qué amaba tanto los videojuegos, sino? Allí se
encontraban mundos de todas las clases y tamaños, mucho más entretenidos que el
real. Así que, en resumen, todo lo perteneciente a su mundo le resultaba
horriblemente aburrido y casi despreciable, incluyendo a las personas que
vivían en él. Salvo Sam, a quien conoció en un videojuego online y que pasó a
ser su mejor amigo en cuestión de pocos meses; y su fantástica novia, Angye,
con el pelo teñido de azul y un par de impresionantes ojos acuosos enmarcados
por dos filas de largas pestañas negras. Solo la había visto por web-cam, pero
le había sido suficiente para encariñarse con ella de una forma especial.
Aunque le doliese que se encontrara a kilómetros de distancia de él.
Al llegar al portal de su casa sacó las llaves,
de las cuales colgaba el llavero de la “trifuerza”, y las introdujo en la
cerradura. En el ascensor se topó con un vecino que le obsequió con una sonrisa
y un animado “buenas tardes”. Gray ni siquiera se molestó en levantar la vista del
móvil. La gente solía decir que era una persona "fría". Pero él
simplemente guardaba sus emociones para sus vídeos y la gente con la que tenía
más confianza.
Cuando llegó a casa su madre le había dejado la
comida preparada en la mesa de la cocina antes de irse a trabajar. Guardó el
móvil y le dedicó una larga mirada de reproche al plato de pescado y ensalada.
Alzó una ceja, inconforme, y avanzó hasta el armario del fondo. Se hizo con una
bolsa de patatas fritas tamaño familiar, fue a su habitación en la tercera
puerta a la derecha al final del pasillo, y la tiró sobre la cama. A
continuación se dirigió al salón, cogió a la pequeña gata de tres colores del
sofá y la llevó hasta la mesa de la cocina, dejándola en frente de su nuevo
almuerzo. Ésta se relamió, maulló a su amo, se restregó contra su mano en señal
de agradecimiento y empezó a mordisquear
la cola del pescado. Gray esbozó una media sonrisa, volvió a su cuarto y cerró
la puerta. Se sentó en la silla que había enfrente de la mesa del ordenador, hizo
crujir sus dedos y comenzó a responder comentarios tecleando a toda velocidad.
Fue entonces cuando una notificación apareció
ante sus ojos. “Videollamada emergente - Sam” leyó. Parpadeó, sorprendido.
Normalmente no le llamaba hasta eso de las diez. Hizo click en aceptar y una
imagen inundó la pantalla, la de un chico castaño de ojos verdes y sonrisa
simpática. La cara de Sam.
-¡Buenas,
Gray! -Gray sonrió al oír la voz de su
amigo.
-¿Qué
tal el día? ¿Cómo estás?
-Pues…-murmuró Sam con un tono de preocupación en
la voz- Un poco preocupado... después te cuento...
-¿Es que no me has llamado por eso?
-Bueno, sí, pero...-Gray se cruzó de piernas y
apolló el codo en el reposabrazos de su silla, acomodándose en el respaldo.
-¿Entonces...?
-A propósito… ¿cuándo me dirás tu nombre de
verdad? ¡Estoy harto de usar tu nombre de gamer!-soltó una carcajada y se
recostó contra la silla-el gamer puso los ojos en blanco con suspicacia
"otra vez evadiendo los temas importantes... nunca aprenderás, Sam"
-Mi nombre real no se lo digo a cualquiera,
querido Sam-contestó con diplomacia alzando el dedo íncide.
-Cállese, “señor Frodo”….-bromeó Sam con una
media sonrisa.
-Me conociste como gamer, así que usa mi nombre
de gamer. Además, por algo no se usa tu
nombre real en un juego en línea, ¿no? Lo nuestro es relación virtual.
-Está bien, está bien… Por cierto, muy bueno tu
vídeo de esa mañana. Te salió genial la partida. Tienes que enseñarme a jugar
así.
-No es más que práctica. Y nacer con ello, claro
está…-bromeó Gray mirándose las uñas elegantemente- Bueno, ¿quieres jugar?
-No… no quiero jugar en realidad…-Sam bajó la
mirada con preocupación. Gray se acomodó en la silla de nuevo mientras la gata
entraba en la habitación relamiéndose con fruición. Habría acabado ya con el
pescado. Se subió a las rodillas de su amo y empezó a jugar con la cremallera
de su chaqueta- Te había llamado para hablar, así que...-Gray suspiró
"como siempre, ha caído". Acarició a la gata distraídamente.
-Es Angy, ¿verdad?-adivinó. Su amigo bajó la
mirada.
-Estoy preocupado…-Gray acarició a la gata detrás
de las orejas. Se notaba que no llevaban juntos ni dos meses. Sam la conocía,
sí. Pero no lo suficiente como para que ella le contase sus preocupaciones más
profundas. Y por ello Sam no había aprendido aún a manejar esas situaciones o a
aconsejarla o consolarla bien.
-¿Ha vuelto a hacerlo?-le preguntó a su amigo.
-Sí…ha vuelto a cortarse. Últimamente la noto más
rara que de costumbre. Anda muy deprimida… Seguro que lo está pasando mal en
casa otra vez. Bueno, no solo en casa, también en clase. Me manda mensajes y me
llama solo para que le de conversación. Se siente muy sola. Y me da miedo que
se le ocurra hacer alguna tontería… otra vez.
-¿Has hablado con ella directamente sobre eso?
-No. ¿Qué le diría?
-Puedes contarle todo esto como me lo estás
diciendo a mí-aclaró Gray.
-Sabes que no es lo mismo-protestó Sam.
-Lo sé, pero…
-¿Por qué no hablas tú con ella?-propuso su
amigo. Gray alzó las cejas "Este tío no sabe lo que dice. Es tu novia, no
la mía. ¿Qué quieres, ponérmela en bandeja? Hay que ver lo inocente que puedes
llegar a ser..."-Al parecer tienes más tacto para esto- "No, no, no y
no. Estas cosas no se hacen así"
-¿Yo? ¿Qué voy a decirle yo que no prefiera que
le digas tú?-replicó, mientras la gata se adormilaba en sus rodillas con un
suave ronroneo y aun relamiéndose "Entiéndelo tú, porque no es algo ni
digno de explicación, hermoso"
-Lo que sea, pero hay que hacer algo y pronto. Y
yo estoy completamente bloqueado.
-Básicamente me has llamado para que hable con
ella, ¿verdad?-resumió Gray, quitándose el gorro de Jacke el perro y tirándolo
sobre la cama.
-Hazlo por mí, Gray…-suplicó Sam. "¿Por tí?
Si fuese un mal tío te quitaría la novia, pero resulta que no lo soy y tienes
suerte. Lo que hay que oír" Gray suspiró. Se pasó una mano por el pelo y
miró a la gata, indeciso. Después miró a su amigo en la pantalla del ordenador.
-Lo voy a hacer-una sonrisa de alivio apareció en
los labios de Sam-Pero no por ti; por ella.
-Eres el mejor.
-Lo sé. Dile que se conecte. Acabemos con esto de
una vez.
-¿Qué le vas a decir?
-Ni idea. Ya se me ocurrirá algo…-Sam se despidió
con un gesto y se desconectó. Cuando lo hizo, Gray respiró hondo y se masajeó
la frente acariciando a la gata- Qué envidia me das… tú de lo único de lo que
te tienes que preocupar es de que me acuerde de rellenarte el cuenco de comida
por las mañanas…-la cogió y la levantó sosteniéndola por detrás de las patas
delanteras con las dos manos. Clavó sus ojos castaños en los ojos verdes del
animal- ¿Qué harías tú?-la gata maulló. Gray suspiró- ¿Eso es todo lo que
tienes que decir?
-Si querías conversación, podrías haberte
comprado un loro en vez de un gato-dijo la voz de su madre desde la entrada de
la habitación. Gray se giró hacia ella. Aún llevaba el abrigo puesto y las
llaves de casa en las manos.
-Ah… hola, mamá. ¿Qué tal el día?
-He visto que te has dejado la ensalada-dijo
ella, cortante, con una mirada de advertencia. Gray miró a su gata.
-Eso. Te has dejado la ensalada-le murmuró. El
animal bajó las orejas y desvió sus ojos verdes de soslayo. Su amo la devolvió
a sus rodillas.
-Deberías ponerte a estudiar. La temporada de
exámenes está a punto de comenzar. Yo tengo que salir a comprar unas cosas;
échale un vistazo a la comida de mañana. La he dejado en el horno-su madre
salió del cuarto y cerró la puerta.
Gray volvió la vista al ordenador, donde ya
aparecía la notificación “video-llamada emergente de Angy”
-¿En qué estás pensando, Sam? No se puede ser más
imbécil que tú, amigo...
Respiró hondo tratando de no ponerse nervioso. Se
estiró hacia arriba y colocó la mano sobre el ratón.
-A por ello…-hizo click en “aceptar”. La cara de
Angy apareció en la pantalla. Gray tragó saliva mientras su amiga se apartaba
un mechón de cabello azul detrás de la oreja y sonreía a modo de saludo- Hola,
Angy… ¿qué tal?
-Como siempre, supongo…-él frunció el ceño. Sam
tenía razón. Estaba mustia y triste- Por cierto, muy buena partida la del vídeo
que subiste esta mañana.
-Ah… gracias. Tuve que levantarme a las seis para
que me diese tiempo a jugar. No podré subir vídeo hasta dentro de unos cuantos
días, así que quería dejar algo para rellenar un poco la espera. No sé si se me
notan las ojeras con la cámara, pero parezco un vampiro, te lo aseguro-Angy
desvió la mirada. La gata empezó a juguetear de nuevo con la cremallera de la
chaqueta de Gray. Él se mordió el labio inferior- ¿Estás bien? Te noto…
distraída. Espero que Sam se esté portando bien contigo. ¿O tengo que hacerle
una visita de cortesía con una cruz de combate al estilo Simon Belmont?-Angy
sonrió un poco.
-Sí, estoy bien, Sam es un buen chico-Gray
resopló. Y decidió cortar por lo sano.
-No te hagas la tonta conmigo-Angy apretó los
labios- ¿Me estás escuchando? Lo digo en serio. Ya sé que lo estás pasando mal
en casa y en clase. Desconozco qué es lo que sucede exactamente y dudo mucho
que quieras contármelo, pero Sam no sabe qué hacer para animarte y…
-No quiero causarle ni problemas ni
preocupaciones a Sam-cortó Angy, fría como el hielo. Gray chasqueó la lengua.
-¿Tú no te preocuparías si él estubiese así?-ella
apartó la vista, acumulando mal humor en el gesto- ¿Entonces por qué no le
dejas preocuparse y me haces preocuparme a mí también?
-No os pedido ayuda a ninguno.
-¿Y qué más me da a mí? Podría dejarte ahí
sentada en tu cama sufriendo como una inútil e irme a contestar comentarios,
pero ¿sabes qué? Resulta que tanto tú como Sam me importáis. ¡Vaya, vaya, vaya!
¡Qué mala suerte! ¡Alguien que se preocupa por mí! ¡Ayuda gratis! ¡Mejor corto
la videollamada y me voy al sofá a ver la tele tienda hasta las cuatro de la
mañana, con un bote de helado de chocolate y una chuchara sopera!-Angy abrió la
boca para contestar, furiosa- ¡No! ¡Ni se te ocurra contestarme! Ahora mismo
estás a nivel uno y sin mana, bonita. Así que empieza a cantar. ¿Qué ha pasado
últimamente que te tiene tan preocupada?-Gray apoyó el codo en el reposabrazos.
La chica le fulminó con la mirada.
-¿Estás de coña?
-Claro que estoy de coña. No te imagino ni viendo
los Simpson, así que la tele tienda ya...-Angy resopló con indignación y se
cruzó de brazos. Gray sonrió, haciendo uso de un aire pícaro que le mantuvo el
ego por las nubes- Vale, vale, no te enfades.
Sabes que solo quiero ayudar. Así que venga. Hoy hago de psicólogo.
-De verdad que no quiero preocuparos.
-Angy, por Dios, me lo has dicho cuatro veces y
las cuatro te he respondido que me da igual lo que quieras o lo que no quieras.
Déjame ayudarme, que no me cuesta ni un céntimo-la chica acabó por ceder.
-Está bien...-Gray asintió, conforme.
-Mi padre ha vuelto a beber.
-¿Otra vez?
- La semana pasada llegó a casa un poco...borracho. Mi madre intentó ayudarle a subir las escaleras, pero él la apartó con
tanta fuerza que la tiró por los peldaños, a juzgar por los golpes que se oían. Ella subió a mi habitación porque sabía que yo estaba escuchando. Traté de
detenerla, pero me agarró de un brazo y cerró con
llave la puerta de mi habitación desde fuera. Estuve toda la noche intentando que alguien me abriera. Probablemente ella hizo la maleta y se largó, porque no he vuelto a verla
desde entonces… Mi padre se va de casa por la mañana apestando a tabaco y a
bebida y vuelve a las cinco de la madrugada borracho con alguna mujer que se
va a eso de las seis…-Gray se quedó callado. La gata dejó de jugar con la
cremallera, advirtiendo la preocupación de su amo. Le miró y le dio unos golpecitos con la pata
derecha en la mano. Angy bajó la cabeza- No sé qué hacer…-Su amigo empezó a
barajar opciones.
-Lo primero...-retiró el codo del reposabrazos y
lo apoyó en la mesa-creo que es salir de ahí.
-¿Y a dónde voy?
-Pues… a casa de alguna amiga… o algún familiar.
-Mi familiar más cercano era mi abuela, que murió
el año pasado… Y en cuanto a las amigas…
-Entonces vete a casa de Sam. Si le cuentas todo
esto lo entenderá. Él te quiere mucho, Angy.
-Sus padres no le dejarían… él probablemente
insistiría y empezarían a discutir…
-¿Pero te das cuenta de la gravedad del asunto?
¿A dónde vas a ir si no?
-Me quedaré aquí… Seguro que mi padre se
arrepentirá y mi madre volverá a casa-Gray tragó saliva. Aquello era lo más
improbable que había oído en toda su vida. Se preguntó si de veras Angy se
creía esas palabras "Vaya nivel de autoestima más deprimente..."
-¿Cómo puedes estar tan segura de ello? Deberías
hablar con Sam-insistió. Ella suspiró- Hazme caso. Habla con él.
-Pero...
-Si tu madre no ha vuelto en dos semanas,
hablarás con él-sugirió su amigo y la miró con advertencia. Ella asintió,
conforme-¿Lo prometes?-Gray alzó el dedo meñique de la mano derecha. Ella le
imitó con una sonrisa.
-Lo prometo-Gray también sonrió.
-Me alegra oír eso- cogió a su mascota en brazos
y la acercó a la pantalla del ordenador-. La gata también se alegra-bromeó,
para avivar un poco el aire gris que había tomado la conversación. Angy sonrió
un poco más. Gray dejó al animal donde estaba- Lo has prometido, ¿eh?-ella asintió
con la cabeza antes de desconectarse.
Él se recostó contra la silla y se cruzó de
brazos, pensativo. Lo había prometido, pero era evidente que no iba a cumplir
el trato "Esperemos que funcione..."
-He hecho lo que he podido…-murmuró para sí. Estaba a punto de coger el ratón para llamar a Sam, cuando un olor a quemado
llegó hasta su nariz y le hizo fruncir el ceño.- ¿Qué…? ¡Ah, mierda…!-se
levantó a la velocidad de la luz, dejando a la silla girando sobre las ruedas
que la apoyaban en el suelo y espantando a la gata, que saltó encima de la cama
con el pelo erizado, y se lanzó al pasillo atropelladamente.
Derrapó sobre la madera del suelo ayudado por los
calcetines y llegó a la cocina maldiciendo por lo bajo y abrió la puerta del
horno. Sacudió la nube de humo entre toses con la mano. El pollo se había
quemado. Gray suspiró, pensando en la regañina de su madre.
-Genial…-murmuró para sí.
-Huele a quemado… ¿qué ha pasado?-murmuró una
inocente voz infantil en la entrada de la cocina. Él dio un respingo y se giró.
Una niña pálida con el cabello rubio platino se tapaba la nariz y trataba de
mirar detrás de él con curiosidad
-¿Qué haces tú aquí? ¿Cómo has entrado?
-Qué más da… ¿no vas a sacar eso de ahí? ¡Huele
muy mal!-Gray hizo caso a la niña, pensando en cómo echarla de allí con
palabras suaves. Cuando el horno estuvo despejado, se limpió la grasa de las
manos en el pantalón y avanzó hacia la pequeña. La miró con superioridad.
-¿Dónde están tus padres?- la niña sonrió
enigmáticamente como un gato que acaba de acorralar a un ratón- ¿Te has
perdido?
-Aquí el único perdido eres tú-dijo. Gray alzó
las cejas. Sacudió la cabeza y se puso firme.
-No sé de dónde has salido ni cómo has entrado
aquí, pero…
-Digo que el perdido eres tú. No sabes cómo
ayudarla… ¿verdad?- Gray se arrodilló para ponerse a la altura de la niña,
extrañado-Y te sientes mal por ello-él se quedó callado-. Por tu cara creo que
no me he equivocado de casa… ¿Estás triste?-dijo inocentemente, mirándole a los
ojos y colocando una mano blanca en su mejilla. Estaba muy fría. Un escalofrío
recorrió la espalda de Gray. Fue entonces cuando se dio cuenta de con quién
estaba hablando. La pequeña sonrió al advertirlo- Sí… estás muy triste…
-¿Qué… haces aquí?-tartamudeó. La niña dejó
escapar una carcajada cantarina.
-Nada de lo que debas preocuparte-el chico se
levantó y dio unos pasos hacia atrás.
-¿Sabes…? Siempre te había imaginado con una
guadaña…-murmuró- O con una túnica negra, no sé... Lo más curioso es que… no
tengo miedo, ¿por qué?
-No he venido a llevarte conmigo-rió la niña, o
más bien la Muerte-. He venido a ayudarte- las palabras se atascaban en los
labios de Gray. Ella le cogió de la mano y tiró de él hasta el salón. Le obligó
a sentarse en el suelo. Se hizo con un papel y con unos lápices de colores. Los
colocó en frente de él y se sentó a su lado, sacando del bolsillo de su falda
un saquito negro de terciopelo que desprendía un olor peculiar. Gray lo miró
con desconfianza "¿Droga o qué?".
-Esto es para cuando te vayas a dormir-Gray la
miró sin entender, cogiéndolo. La niña tomó los lápices de colores, colocó el
folio y comenzó a dibujar una especie de tablero de parchís. En las casas de
las ficahas escribió "Martyria"- Y esto… para cuando estés dormido-
en la entrada, la gata esperaba a que la pequeña se fuese, incapaz de entrar a
la habitación, con el pelo erizado y las uñas arañando la moqueta.
-¿Qué quieres de mí?
-Estrategias. Se te dan bien, ¿a que sí?
-¿Qué?
-Serás el estratega del equipo... azul. ¡Sí, el
azul te pega! Deja que te explique las reglas-la pequeña Muerte señaló el
tablero improvisado con un dedo y comenzó a hablar sobre un mundo cercano al
nuestro, aunque distinto, juegos de mesa, niveles de combate, batallas,
cristales de invocación, magos, dragones, arqueros, demonios, espadas, mapas,
bosques, lagos… con cada palabra, la voz de la niña se emocionaba un poco. No
cabía un solo garabato más en el folio. Gray no daba crédito a sus oídos.
-¿Por qué quieres que vaya allí?-preguntó.
-Si tú juegas conmigo… y tu equipo gana la
partida… puedo salvar a tu amiga-explicó ella.
-Estamos hablando de... un duelo a muerte. Contra
gente de este mismo mundo. ¿Qué pasa si…?
-Si caes en combate tu alma pasará a mi servicio.
¡Podrías jugar conmigo hasta que este mundo acabase!-Gray la miró, horrorizado-
Pero si ganas… ella podría dejar de sufrir. ¿Qué me dices? ¿Quieres ser mi
estratega?-él apretó los labios.
-¿Qué roles hay?
-El estratega, el melé, el mago y el trampero.
-Osea que el estratega es algo así como el
jefecillo y el jungler, el melé el asesino, el mago el que cura y el trampero
alguien de distancia o tanque... -"que cosa más extraña"Por un
momento pensó en lo aburrido que era su mundo y lo inútil que era la gente que
vivía en él. Muchas habían sido las veces que había soñado con una oportunidad así,
la de poder ir a un lugar como el de los juegos que adoraba jugar en el
ordenador.
Y aquella era su gran oportunidad. Había mucho
que ganar y a la vez mucho que perder, pero debía arriesgarse. Por Angy.
-Como todo esto sea una mentira y muera en vano
no pienso jugar contigo-accedió finalmente- Pero si no pierdo en ningún
videojuego es imposible que pierda al parchís. Así que una mezcla de los dos no
puede ser muy complicada. Dime qué tengo que hacer para entrar en ese tablero.
Estoy de acuerdo con Gray, ni un misero zombi!!! La gente camina por la calle con todo su cuerpo intacto y todos vivos, que asco me dan XD. Seguid escribiendo asi, vais muy bien :3
ResponderEliminarBuenaas, de momento lo que me ha dado tiempo a leer me ha encantado. Expresa muy bien como es la sociedad actual y la presencia de videojuegos y demás temas ''frikis'' me gustan bastante. Mi parte favorita, la alusión a Castlevania. Sin embargo todo tiene su parte negativa (perfectamente solucionable) Lo primero, y sin intencion de sacar la puntilla, es que se escribe Jake el Perro (no lo digo por mi, sino por algun fan incondicional de la serie) y que creo que deberíais aclarar al principio que Angy es la novia de Sam, porque puede dar lugar a confusion (en mi caso pensaba que era la novia de Gray). Pero por el momento la novela me esta pareciendo estupenda, espero que sigais así de bien. Muchisimo animo y un placer leer semejante historia!!
ResponderEliminarLe Óscar Scharfha
PD: El prólogo de las muertes es impecable, eso si que hay que decirlo
U.u, seguid asi, menudo parchís se montan las dos muertes, ¿quién caerá en el campo de batalla? Jejeje. (Prometisteis 1 capítulo por semana ehh, sed fieles a vuestros seguidores xD).
ResponderEliminar^^