Cuando
Jennifer abrió los ojos no vio nada. Absolutamente nada. Parpadeó un par de
veces, asustada, pero siguió viéndolo todo en negro. Negro y más negro por
todas partes. Se había tomado la infusión como la Muerte le dijo y entonces se
durmió en unos pocos minutos. Y en ese instante se suponía que estaría en aquel
extraño juego de rol, pero todo cuanto veían sus ojos era esa oscuridad
agobiante.
-¿Hola?
¿Estás bien? Sam, creo que no puede vernos…-dijo una voz a su derecha.
-No me
jodas, ¿cómo no va a poder vernos si es la estratega, Elliot? ¡Tendrá que mirar
los mapas, digo yo!-dijo una segunda voz. Una tercera femenina intervino, al
margen de las otras dos, con un tono más suave.
-¿Cómo te
llamas?- Jennifer entendió que se refería a ella, y despegó los labios para
contestar.
-Yo soy May.
¿Puedes vernos?
-No…-murmuró-
No sé que está pasando…
-Está bien,
puede que haya sido un fallo de cuando le transportaron a este mundo-apuntó la
voz que pertenecía a Sam.
-Sí, tiene
un bug, ¿no te fastidia?-protestó Elliot.
-Pues otra
cosa no me explico…
-No-cortó
una voz más, anciana y cansada. Jenny dedujo que se trataba de la Muerte vieja,
aquella que le había dado las infusiones.
El encapuchado-. Deduje que estaría demasiado cansada para mirarse en el
espejo. Así que decidí darles un pequeño descanso a sus ojos-el comentario fue
seguido de unas cuantas exclamaciones de sorpresa e indignación.
-¡¿Nos has
dado una estratega ciega?!
-¡Venga
ya!-protestaron los dos chicos.
-Callad-cortó
May-. Si le ha quitado la vista por narices le ha tenido que dar algún don para
organizar estrategias. Somos el equipo amarillo, uno de los suyos. No nos va a
dejar caer en la primera batalla-resopló con resignación- Si es que no sois más
idiotas porque no entrenáis. Traed un mapa, anda.
*
Amy despertó recostada sobre algo blando. Blando y suave… Parpadeó
un par de veces acostumbrándose a la luz y gruñó. Como odiaba que le despertaran,
seguro que Rebecca ya llevaba un rato en pie y estaría a punto de ir a darle la
lata. Se removió un poco. Entonces, una voz aguda e infantil llegó hasta sus
oídos, recordándole que no estaba en casa.
-¡Mira, mira,
mira, Gray! ¡Ya se despierta!-sonaba entusiasmada, y le taladraba los oídos.
-Baja de
ahí, te vas a caer y te vas a hacer daño-dijo otra voz familiar con un tono
autoritario de hermano mayor- ¡Que bajes, te digo!
-¡Ay! ¡Que
me tiras!-algo pesado cayó sobre Amy y terminó por despertarla del todo.
-¡¿Pero
qué…?!-fue lo primero que dijo. Miró hacia todos los lados, confusa, y se frotó
los ojos con el dorso de la mano Encima de ella, la pequeña Muerte sonreía
ampliamente de buen humor. Había sido ella la que le había dado el saquito con
las infusiones, las cuales le habían traído hasta quién sabe dónde. Amy
parpadeó, desconcertada- ¿Qué demonios…? ¿Dónde estoy?
-¿Lo ves?
Te dije que te caerías, enana. ¡Baja de ahí!-el otro chico, que se encontraba
al lado de la cama, cogió a la niña, primero en brazos, y después se la cargó
al hombro como un saco de patatas.
-¡Ah!
¡Quita! ¡Bájame!-replicó ella al tiempo que le daba puñetazos en la espalda. Él
cruzó la estancia redondeada en la que se encontraban, parecida al torreón de
un castillo con las paredes y el suelo de piedra. Todos ellos estaban decorados
con tapices de escenas de grandes batallas. Abrió una puerta de madera que salía
a un pasillo estrecho, bajó a la niña de su hombro y cerró con un portazo
orgulloso en sus narices-¡Gray! ¡Ábreme!-la niña aporreó la puerta desde
fuera- ¡¡Gray!!
-¡A callar!
¡Ve a ver si Angy se ha despertado, pesada!-la niña dio un taconazo resignado
en el suelo con el zapato.
-¡Malo!-los
pasos de la Muerte se alejaron por el pasillo. El chico se giró hacia Amy con
un suspiro de cansancio e hizo un saludo militar con una sonrisa elocuente.
-¡Bienvenida
a la Martyria del equipo azul, pelirroja!-Amy le observó detenidamente. Era
castaño, con el pelo más o menos largo y gesto amistoso. Llevaba una camisa
negra, unas botas y unos mitones de cuero del mismo color. Toda una vestimenta
básica con la que empezar el juego. La chica le observó una vez más. “¿Quién es
este chico?” pensó.
-¿Dónde… te
he vito antes?-Gray bajó su saludo militar y se acercó a la cama.
-¿En
youtube, tal vez? ¿Puede que luciéndome?- los ojos azules de Amy se abrieron por
la sorpresa, y la sonrisa del chico se amplió aún más.
-¡¿Gray?!
¡No me fastidies! ¿Se puede saber qué puñetas llevaba la infusión?-se llevó las
manos a la cabeza- Esto es completamente imposible…
-Sí. Es lo
más divertido de todo. Que es completamente imposible-Amy respiró hondo y le
lanzó una mirada asesina a Gray.
-¡¿Dónde
estamos?!-él soltó una carcajada y se cruzó de brazos sobre el pecho.
-Ya te lo
he dicho, estamos en la Martyria del equipo azul-la chica se le quedó mirando,
pidiendo más explicaciones-Equipo azul-repitió-Esta es nuestra Martyria.
Nuestro… nexo. Fortaleza. Punto de control. Plagia el nombre del videojuego que
más te guste-señaló con le dedo un ventanuco que había al fondo, en la pared de
piedra-Y aún no has visto nada-Amy se quitó las sábanas de encima, caminó hasta
él y se asomó.
Lo que vió la dejó sin aliento. Desde lo alto de donde
estaban podía ver a sus pies toda una fortaleza rodeada por gruesas murallas,
en cuyas almenas resplandecían banderas y estandartes azules con cabezas negras
de dragones. En ella, había una ciudadela llena de campesinos y pequeños
comerciantes que se resguardaba en el
interior y hacían vida normal. En el centro se hallaba el edificio más impresionante
y bonito de todos: un edificio redondo con cúpula y un pequeño templo a modo de
entrada, con cimborio sobre ella. Parecía demasiado pesado para poder
sostenerse sobre esa estructura de aspecto frágil. Una ráfaga de viento sacudió las banderas furiosamente
y trató de llevarse consigo uno de los bucles pelirrojo de Amy.
-¿Qué es
esto? ¿Skyrim?-murmuró la chica, incapaz de parpadear siquiera.
-O Diablo…
O al menos este jueguecito que se traen entre manos la enana y el viejo-Gray se
miró las uñas con fingida curiosidad. Amy se llevó las manos a la cabeza otra
vez. Tragó saliva y echó otro vistazo al exterior de la habitación. “Imposible.
Esto no está pasando…”
-Estoy
soñando y aún no me he despertado-el chico sonrió otra vez y palmeó a su nueva
compañera en la espalda.
-A veces
asusta que los sueños se cumplan- se asomó al ventanuco y sonrió- Ese miedo es
parte de la emoción.
Amy y Gray salieron de uno de los cuatro torreones en el que
ella había despertado, salieron a la ciudadela, cerca de un mercadillo en el
que varias mujeres vestidas de época compraban telas en un tenderete.
-La fortaleza
es cuadrada-explicó Gray mientras guiaba a la chica por las callejuelas que
serpenteaban entre las casitas. La gente se apartaba para dejarles paso. Un
niño pequeño y descalzo se soltó de la mano de su madre unos metros más
adelante y se acercó a Amy. Ella le miró y se detuvo, preguntándose qué
querría. El niño extendió hacia ella una mano con la que sujetaba un margarita
de pétalos azules.
-¿Para
mí?-él asintió con una sonrisa y Amy tomó la flor- Parecemos héroes-murmuró la
chica.
- De
momento solo lo parecemos, ya veremos si lo somos o no-bromeó Gray.-reanudaron
la marcha-Como decía, la fortaleza es cuadrada. Pero la enana dice que si
ganamos mucho dinero podemos ampliarla. Eso nos subiría las defensas, y
tendríamos sitio para más aliados. Podemos comerciar con los demás equipos,
aliarnos, atacarles, mandarles cartas bomba-empezó a bromear-, invitarles a
tomar el té… retarles. Hasta podemos conquistar sus Martyrias y otras
fortalezas. La Martyria es ese edificio tan enorme que has visto en el centro.
Es donde están el tablero de parchís y el mapa de la zona. Desde allí
planificaremos nuestros movimientos.
-Vaya…
¿Tenemos que ir allí ahora?
Amy tragó saliva.
-Me recuerda a un anime que vi
hace un par de años.
-Sé cual
dices-Gray carraspeó. Continuaron andado entre las calles. Se toparon con una
herrería, algunas tabernas, varias panaderías… Todos aquellos edificios
parecían decorados en su mayoría, como si solo fueran fachada y nada más. Amy
estaba segura de que si lo intentaba no podría entrar en ellos. Solo unos pocos
parecían accesibles. La gente así mismo daba la sensación solamente formar
parte de todo y ya.
-¿Qué rol tienes, pelirroja?-interrumpió
Gray mientras doblaba los brazos detrás de su cuello.
-Amy, no
“pelirroja”-corrigió, algo molesta
-Lo siento
pero es lo que hay, ahora eres “pelirroja”-el gamer sonrió de oreja a oreja-¿Qué
rol te han asignado?
-Uuh… eso
suena interesante.
-Estratega.
-¡Ah, con que el jefe
-Algo así… Más bien sí. Eso. El
jefe. ¿Quién sería el jefe estando yo en el equipo? ¡Sería un
desperdicio!-bromeó de nuevo.
-¿Y los
demás? ¿Quién más hay en el equipo?
-Pues… una
señorita llamada Angy, que es nuestra querida maga, y que no entiendo que
demonios está haciendo aquí y… un tal Alex. Que es nuestro tirador.
-¿Alex?-los
ojos de Amy se abrieron de par en par y el corazón le dio un vuelco. “No”,
pensó sacudiendo la cabeza, “Será otro Alex. Simplemente será otro… Estoy
segura, porque el Alex que yo conozco ahora está en el hospital y…” tragó
saliva y decidió alejar aquellos pensamientos de su cabeza.
Se apresuró a alcanzar a Gray y
pronto se encontraron bajo la sombra del gran edificio de la Martyria.
Resultaba imponente y amenazadora, como un gran monstruo de mármol blanco.
-¿Lista?-preguntó
Gray empujando la verja negra que cerraba el edificio. Sin embargo se detuvo
por unos instantes y sacudió la cabeza-¡Maldita enana!-exclamó con una sonrisa-Si
que le gustan los juegos a la creída… Le voy a descargar el LOL por navidades,
a ver si se entretiene un rato y nos deja en paz.
Amy sonrió. “Esto va a ser
divertido” pensó mientras seguía al gamer dentro del edificio.
El interior era frío pero no
oscuro. Estaba dividido en tres naves, como en las catedrales, siendo la del
centro la más alta y amplia. Varias columnas sostenían una segunda fila de
columnas, y tras ellas se abrían a intervalos pequeñas ventanas. Arrojaban
charcos de luz dorada al interior de la pequeña estancia. Todo allí era
abrumadoramente blanco y etéreo. Sus pasos resonaban en el mármol del suelo.
Nadie hablaba, el lugar infundía demasiado respeto.
Al fondo se abría una puerta
flanqueada por dos columnas. Alrededor de cada una se retorcía un dragón y
ambas cabezas abrían sus fauces en torno a un escudo en la parte superior de la
puerta. Amy y Gray se miraron. Hasta el gamer estaba demasiado sorprendido para
hacer algún comentario sobre lo que acababan de ver. Entraron y se encontraron
con la Martyria propiamente dicha. Un deambulatorio giraba en torno a unas
escaleras en el centro, ambos espacios separados por más columnas.
-Las damas primero-murmuró Gray
rompiendo el silencio.
Amy se apresuró a caminar hacia
las escaleras de mármol. Subían en diagonal, con una barandilla de hierro para
apoyarse. Parecían no tener fin. Comenzó a subir y él detrás. La oscuridad les
fue invadiendo a medida que ascendían, pero pronto una nueva luz les llegó desde
arriba. Salieron en la esquina de una sala, esta vez cuadrada y de piedra.
Allí les esperaba la pequeña
Muerte, la enana, como Grey la llamaba. Junto a ella había una chica con el
cabello teñido de azul y recogido en una coleta alta. Llevaba una vestimenta
sencilla, como Gray, que consistía en una camisa blanca larga, unos pantalones
y unas botas de cuero. El otro chico era castaño. Con los ojos verdes. Miraba
al suelo con nerviosismo, parecía inquieto. Alex. Pero aquel Alex estaba de
pie, entero, sin un solo rasguño.
-¿Amy?-murmuró
al verla, alzando la cabeza.
-¡¿Alex?!
¡¿Pero qué…?!-exclamó ella mientras corría hacia su amigo-¡Estas bien, puedes
andar!-le abrazó fuertemente sin importarle las demás personas que había en la
habitación. Antes de poder darse cuenta había empezado a llorar de alegría. Sin
embargo cayó en la cuenta de que aquello no era la vida real.
-Espera…esto no está pasando-murmuró. Separarse de Alex le
supuso un gran esfuerzo, pero el darse cuenta de que no era real hizo que le
resultara más fácil-Si estás aquí…es porque…¡Ella te arrastró aquí!-exclamó
mientras señalaba a la pequeña Muerte-
-¡Eh!
-¿Y
tú?-preguntó Alex-No me digas que has venido por lo mismo-Gray reprimió una
carcajada.
-Qué
violento-murmuró. Amy sintió cómo sus mejillas se encendían.
-No, yo…
vine por Rebecca-Alex y Amy se miraban en silencio.
-¡Bueno,
vale ya! ¡Esto está siendo demasiado incómodo!-cortó el gamer.
-Y que lo
digas-intervino la segunda chica, la peli-azul. Todos se giraron hacia ella-
Gray, ¿qué haces aquí?-Amy y Alex se apartaron un poco para dejarles espacio.
El
aludido tragó saliva. Si mal no recordaba ella era la novia de Sam.
-¿Y tú,
Angy? ¿Qué haces aquí?-después se giró hacia la pequeña Muerte y le tiró de una
oreja.
-¿Qué? ¿Te has
divertido con la escenita? ¡Hay series de televisión a montones en las que
puedes ver cosas parecidas con mucha más frecuencia!-le regañó el estratega. La
niña se llevó la mano a la oreja dolorida y sonrió con malicia.
-Sí. La
verdad es que me lo estoy pasando muy bien. Sois unos juguetes estupendos.
Todos miraron al suelo,
incómodos.
-Eso sí que ha sido
violento-murmuró Alex.
La pequeña Muerte ignoró el
comentario y se acercó sonriendo al centro de la sala, donde se encontraba un
tablero sobre un pedestal de marfil blanco. Constaba de un mapa cuadrado físico
en el que estaban marcados los ríos, las Martyrias de los otros equipos, los
mares, las cordilleras y otras pequeñas ciudades. En sus esquinas había cuatro
pequeñas columnas que sujetaban sobre él un tablero de cristal transparente de
parchís, en el que coincidían con el mapa físico las Martyrias, los puntos de
partida; las pequeñas ciudades, las casas, etc. En resumen, el mapa físico era
un tablero de parchís camuflado.
En el centro del tablero de cristal había una semiesfera
negra en relieve, y al lado suyo, un dado dispuesto para ser usado.
-Os lo
explico-dijo-. Ya sabéis que el objetivo es encontrar las cuatro piezas de un
juguete para poder entrar en el centro
del tablero. El acceso a ese punto está bloqueado, solo podrá desbloquearse con
dicho juguete. Atendiendo al parchís, el camino que lleva al centro es aquel
marcado con el color del equipo que recorren las fichas cuando ya han terminado
su vuelta. Solo que vosotros no tenéis que dar la vuelta y ya, debéis
reconstruir el juguete-Todos asintieron- Bien, ya habéis visto la ciudadela. Es
pequeña y lo que podéis comprar en ella es limitado. Hay cuatro ciudades
grandes en el mapa. Se encuentran en esa casilla que hay antes llegar al lugar
bloqueado. Allí podréis mejorar vuestro equipo. Son imparciales y no podréis
ser atacados por otros equipos. En cuanto a las tiradas. Un seis es una pista
buena sobre donde está una de las piezas que debéis encontrar, además de diez
mil monedas. Un cinco es una pista buena. Un cuatro es una pista mala. Un tres
son quince mil monedas. Un dos, mil.
-Cada vez
peor-murmuró Gray- ¿Qué es el uno? ¿Una entrada para el cine?
-¡Una cesta
con magdalenas y cola-cao!-sonrió la Muerte levantando los brazos, triunfante.
Todos la miraron, atónitos.
-¿Es en
serio?-la niña asintió.
-Pobres de
los que saquen un uno-suspiró Alex.
-¿Por qué? Van a desayunar
divinamente. Casi me gusta más el desayuno que la pista buena, fíjate-protestó
Gray dándose golpecitos en la tripa. Alex le fulminó con la mirada.
-Así no
vamos a ninguna parte.
-Bueno,
como sea-cortó Angy- Vamos. ¿Quién tira? ¿El estratega?
-Eso,
venga. Yo no pierdo a nada. Voy a sacar un seis tan bonito que os vais a quedar
ciegos de tanto mirarlo-avanzó hasta el tablero y cogió el dado.
-¡Espera,
Gray!-le paró Amy. Él se giró.
-¿Quieres
tirar tú? Creo que mientras no seas rubia no ganaremos el desayuno… ¡Toma!-le
tiró el dado y ella lo atrapó al vuelo- Si sacas el uno vas derecha al
calabozo-Amy respiró hondo y dejó caer el dado sobre el tablero, dejando boca
arriba la cara del cinco.
-La mala
noticia es que no hay desayuno-todos se acercaron al tablero y observaron cómo
unas líneas comenzaban a escribirse en la semiesfera negra: hallarás mi paradero entre los escombros de
la fortaleza roja.
Gray levantó la vista y se quedó pensativo unos segundos.
-Eh…-empezó
Angy- ¿Eso es una pista buena?-la Muerte intervino.
-El equipo
rojo ha sacado un dos. El verde un seis. Y el amarillo… un uno-todos se giraron
hacia la niña. Algunos reprimieron una carcajada. Otros ni se molestaron.
Elliot llegó corriendo al torreón de la Martyria amarilla
con un mapa de otra Martyria entre las manos. La del equipo azul.
-Pregunté
en la ciudadela por algún sitio en el que poder encontrar libros y cosas de
esas. He encontrado esto en una pequeña biblioteca cerca de una plazoleta.
Sam, un chico que acaba de conocer y que tenía el rol de
mago, lo observó con asombro.
-¡Uouh!
¿Esto no es precipitarse demasiado? ¿Vamos a enfrentarnos ya a una
Martyria?-May, la tiradora bajita de cabello castaño con una larga trenza, se
lo quitó de las manos.
-Preguntémoslo
a nuestra estratega. Además, no tenemos pistas. Hay que robar una-Jennifer
estaba sentada en una silla de madera frente al tablero. Llevaba el cabello
rubio suelto con los dos mechones del flequillo trenzados hacia atrás y una
corona de flores violetas que ocultaban sus ojos. Vestía una túnica blanca lisa
que se ajustaba a la cintura con un cinturón plateado, y que se abría por un
lado desde la cadera derecha hasta el suelo.
-Veamos que
puedes hacer con esto.
La estratega tomó el pergamino entre sus manos. Estaba
rugoso y parecía viejo. Acarició la superficie con las yemas de los dedos, incómoda.
No terminaba de acostumbrarse. “Así no llegaremos a ninguna parte”, pensó,
todavía de mal humor, “no tengo ni idea sobre dirigir a un grupo y además ni
siquiera veo”. De repente, en la oscuridad que le rodeaba, comenzó a dibujarse
en luz dorada una fortaleza cuadrada. Era capaz de distinguir cada detalle,
cada piedra, cada persona, cada casa, cada bandera, cada grieta y hasta el más
insignificante gato que cruzaba algún callejón.
Los ojos de Jennifer se tornaron dorados bajo las flores
lilas. Sam miró a Elliot alzando una ceja.
-¿Jennifer..?-comenzó,
pero May mandó callar con un gesto cortante.
-Hay un bosque que rodea la
Martyria del equipo azul, y, tras él, montañas. No sé cómo pero soy capaz de
verlo, esto es flipante. En la dirección contraria hay mar. Tras él… No alcanzo
a verlo. Quizás nada. Pero lo que nos interesa es el bosque-las palabras salían
de su boca a borbotones, con seguridad- Podemos quemarlo. No digo atacar la
Martyria. Aún es pronto para eso. Pero ese bosque es parte de su defensa. Si lo
destruimos ganaremos puntos a nuestro favor.
-¿Cuál es
el plan entonces?-preguntó Amy apoyándose contra la pared más cercana.
-Es
obvio-respondió Gray- Este bosque no hace más que entorpecernos.
-Qué dices,
si es una defensa perfecta-protestó Angy.
-Precisamente.
Irán a por él. Tratarán de destruirlo de una u otra manera, y entonces nuestra
Martyria quedará descubierta. Es demasiado fácil. Tiene que haber otra Martyria
cerca.
-¡Qué
dices, melón! ¡Si es una defensa perfecta!
-¿Quieres
dejar de contradecir términos?
-¡Con un
dragón!-todos miraron a Gray como si estuviese loco- Es coña. Vamos a construir
un muro- el resto del equipo suspiró, conforme. Gray se giró hacia la pequeña Muerte-
¿Cuánto dinero tenemos en las arcas reales?
-No tenemos
arcas, tenemos sacos con monedas-respondió la niña, sonriente, sin darse cuenta
de lo patético que sonaba.
-¿Y los
sacos dónde están?
-Esa sala son
las arcas, enana. ¿Cuánto dinero hay?
-…Rupias.
Por favor, si se llaman rupias seré la chica más feliz del universo-acabó Amy,
emocionada. Angy le dio una colleja discreta.
-¿Se llaman
rielas?-murmuró Gray.
-Es el
dinero con el que empiezan todos los equipos.
-¿Es la
calderilla del principio de “league of legends” con la que compras pociones de
mana?-protestó Alex.
-¡No!-negó
la Muerte-. Es el dinero necesario para llevar a cabo un gran proyecto inicial
y comprar armas y armaduras. ¡Empezamos a lo grande!
-Muy
bien-apuntó Gray- Entonces construiremos el muro alrededor del bosque. Así
ampliaremos nuestros territorios. Rodearemos el bosque hasta llegar al mar.
Haré los cálculos de materiales. Con lo que sobre compraremos armas, armaduras
y pociones.
-¿Qué
hacemos mientras preparas esto?
-Investigad.
En la ciudadela, en la playa, en el bosque… Mirad tiendas interesantes o
misiones secundarias. Misiones que os pidan los ciudadanos, cosas que puedan
daros, objetos interesantes, etc. O mirad a ver si hay algún claro en el bosque
o algún sendero que pueda resultar peligroso, no vaya a ser que se cuelen
miembros de otros equipos mientras construimos esto. ¡Manos a la obra!